En dichos y mensajes del actual gobierno recogen el pensamiento de la gente… que demanda la máxima pena: la pena de muerte. Con ese viejo latiguillo de hay que matarlos a todos, que claman los bien pensantes, de la gente honrada, los que laburaron toda la vida y nadie los dio nada…
La gente, gente, quienes son los gente?? Nadie determinado, la sociedad en su conjunto?? Los otros?? Quienes? Hay otro en la gente?? Es en esa indeterminación que el otro se diluye, desaparece.
Ante la legitima pregunta quién es la gente, algo que todos creen saber y la filosofía como es su costumbre al hacer la pregunta te deja sin respuesta…Ortega y Gasset escribía gente es el se impersonal, se dice, se usa…
En la gente no hay un otro determinado, identificado, nominado… La gente son todos y a la vez nadie. De ahí el uso (y abuso) de gente en los discursos autoritarios.
Dicho esto, la gente pretende la pena de muerte para los que roban, matan, hacen paro, cortan las calles…para los desobedientes para que aprendan…
Desde el bíblico NO MATARAS hasta estudios del más variado origen, reprueban la pena de muerte, tanto desde lo religioso como desde lo jurídico-sociológico esta máxima pena es criticada, censurada, reprochada.
Qué desata el nominar, la pena de muerte como posibilidad y el uso de la fuerza indiscriminado por el sólo hecho de ser legal? Sobran ejemplos en el mundo y recientes hechos despreciables en nuestro país lo muestran: todos estamos en peligro, todos podemos más temprano que tarde ser víctimas de esa violencia tan legal que se convierte en ilegal.
Como dijo alguien al rechazar esta posibilidad para que mueran los inocentes y se salven los culpables
Nuestra historia convoca a la memoria de tantas penas de muerte sin parecerlo: el genocidio de los pueblos originarios, el bombardeo de Plaza de mayo, los tantos y tantos gatillos fácil, la muerte de soldados en el servicio militar, los excesos de las dictaduras cívico-militares, la muerte inconsolable de un joven en entrenamiento militar, todas ellas son penas de muerte olvidadas, justificadas, arrinconadas…
Máxima pena sin nada de gloria, peor aun sirviendo de cobertura al asesinato
Cristina Campagna